Existe la posibilidad de comprar energía directamente a instalaciones renovables fuera del control de los grandes grupos empresariales, situadas tanto en España como en el resto de Europa; pero en la práctica sus ingresos están referenciados a los precios del mercado mayorista, por lo que difícilmente pueden asumir el riesgo de fijar un precio a largo plazo de forma independiente de éste. En otras palabras, sus precios siguen dependiendo de los mismos. Las instalaciones en el extranjero dependen, además, de la interconexión eléctrica con Francia, que es escasa y frecuentemente está saturada, lo que obliga a contratar seguros de precio en España para cubrir las horas en las que “no quepa” energía por la frontera y no exista otra posibilidad que producirla en España.